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La cantante cuenta que antes de dar a luz fue a la peluquería, se hizo la 'manicure' y se maquilló. Ha sido reconocida en más de una ocasión como una de las mujeres más bellas del mundo, y no es gratis: Beyoncé, una de las cantantes más admiradas de los últimos años, no se conforma con lo que la naturaleza le dio, sino que se preocupa de estar radiante en cada lugar en el que se encuentra. A tanto llegó ese ímpetu en la estrella de 30 años, que incluso a la hora de entrar en la sala de parto para dar a luz a su primera hija, se preocupó de lucir radiante. Así lo confesó recientemente a la revista estadounidense "People", a quienes detalló el inusual proceso en el que se embarcó en los momentos previos a la llegada al mundo de Blue Ivy: "Me arreglé las cejas y me hice la manicura y pedicura, fui a la peluquería y me puse brillo de labios", contó la intérprete de "Crazy in love". Sin embargo, asegura que al final nada de eso tuvo demasiada importancia. "Tras muchas horas de contracciones, no había nada más importante que mi hija. Me daba igual mi aspecto", dice hoy. Recientemente, la ganadora de varios Grammy por su carrera en solitario fue considerada una vez más por "People" como la mujer más guapa del mundo. Su hija con el rapero Jay-Z, de 42 años, nació en enero en Nueva York. Desde entonces, cuenta que ya logró recuperar la insigne figura que lucía antes del embarazo.
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